Titulo Original: Candyman
Año: 1992
Duración: 93 minutos aprox.
Nacionalidad: USA
Color
Dirección: Bernard Rose
Guión: Bernard Rose
Fotografía: Anthony B. Richmond
Montaje: Dan Rae
Música: Philip Glass
Reparto: Virginia Madsen, Tony Todd, Xander Berkeley, Vanessa Williems y Kasi Lemmons
Una licenciada esta preparando su tesis sobre leyendas urbanas y se encuentra con que una de ellas, la de Candyman (si dices 5 veces su nombre frente al espejo aparecerá detrás de ti y te matara con su garfio), puede esconder una terrible realidad al descubrir que en una barriada marginal se cree realmente en su existencia y se le atribuyen gran cantidad de asesinatos en la zona.
Partiendo de esta premisa, y de las diversas promociones de esta película, uno espera encontrase con un slasher de corte paranormal donde multitud de universitarios encontraran la muerte al pronunciar el nombre de Candyman a modo de juego, sin embargo, nos encontramos con un discurso bastante más autorreflexivo sobre las leyendas urbanas, entendidas como folklore moderno, de la necesidad de los mitos y de como los fantasmas precisan de la creencia de la gente para existir (esto ultimo a dos niveles, dentro de la historia de terror y en el mundo real, como el poder de la superstición). Todo este discurso es aportación de Clive Barker, autor de la novela original, que en esta ocasión se limita a ser productor ejecutivo dejando que sea otro el que dirija y firme el guión de su criatura. Dado que Barker, aunque eficiente en la creación de atmósferas, no es que destaque precisamente como cineasta, que delegue en Bernard Rose es una buena idea. Así nos encontramos con una película mejor acabada formalmente, pero que a la vez consigue esa sensación onírica y de irrealidad, gracias a la fotografía y la estupenda música de Philip Glass, que inundaba Hellraiser o Razas de Noche. Pese a esto, la cinta no es precisamente redonda, confusa en algunos momentos, algo indefinida en su final y con una estética que nos recuerda que los primeros noventa fueron aun peores para la moda que los 80, amen de la sensación de que la historia daba para mucho más, nos encontramos con un film solo apto, hoy día, para aficionados y cinéfagos, que repelerá a cinéfilos de pro y al publico mayoritario.
Solo un apunte más, y cuidado que es un spoiler, con la muerte de la protagonista y su herencia del poder de Candyman se produce una suerte de justicia social, ya que parece que Candyman solo asesinaba en su barriada marginal y que Helen lo hace en cualquier lugar o, mejor aun, en la zona rica de la ciudad.
Máximo riesgo
Hace 2 semanas
3 comentarios:
De acuerdo contigo, yo también prefiero al Barker escritor (algunos de sus relatos son realmente fabulosos), que al Barker cineasta; debe ser un problema de dominio de lenguajes. Lo que ronda por la alucinada mente de este tipo sabe plasmarlo mejor en el blanco papel que en película. A mi Candyman me gusta mucho, mucho, aunque me sobren o falten algunas cosas. Me resulta atractiva su atmósfera irreal, incluso confusa, que junto a la violencia bastante cruda y salvaje consigue momentos realmente espantosos e inquietantes; escenas como la del urinario público, no se que tiene, pero me resulta escalofriante. Aparte me gusta la idea de la moribunda leyenda urbana que necesita actuar para mantenerse viva en la mente de la gente. Algo que viene desde una conciencia colectiva, alimentada ahora por miedos de otra índole que los que lo nutrían a el, para intentar hurgar el caótico subconsciente de una comunidad, y así fortalecerse. Quizá el trabajo de investigación que emprende la protagonista sea visto como una amenaza por dicha leyenda, que bastante tiene con que la estén olvidando como para que alguien venga a arrojar luz sobre las causas psicosociales del mito; o puede que encuentre en la protagonista un vehiculo para perpetuarse, quien sabe.
Saludos.
Muy certera la reseña. Yo la repesqué hace poco y no sé porqué me pareció sumamente defectuosa, cosa que en su día no me ocurrió. Sin embargo está llena de apuntes muy interesantes que por desgracia no llegan a fructificar.
La secuela no estaba nada mal, más que nada por la ambientación en el carnaval de Nueva Orleans y la génesis de Candyman.
Eso sí, el final de esta que comentas me gustó mucho por su crudeza.
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